domingo, 23 de enero de 2011

Un vestido negro y un trozo de madera

No fue como había esperado, ni mucho menos. Pensó que duraría algo así como dos horas, que todos saldrían a hablar de ella y de lo que hizo, de momentos que pasaron a su lado, de lo mucho que la querían. Pero nadie habló. Nadie. Quizá eso sólo pasaba en las películas.
Le echó un vistazo rápido a la sala y contó no más de treinta personas, algunas tristes, otras serias, otras sin ninguna expresión, otras preguntándose qué demonios hacía allí. Personas que nunca la conocieron o que quizá eran demasiado inmaduros para saber lo que significaba una ceremonia como tal. Treinta. Menos. Posiblemente familiares todos. Ni amigos. Ni hijos. Ni nietos. No sabía si los tenía siquiera.
Sola.

Pasó rápido. Una media hora. Sonaron las campanas. Un par de sobrinos suyos ayudaron a llevarla a la puerta, con esfuerzo, con semblante serio, quizá intentando no venirse abajo. El único que vestía el blanco dijo unas últimas palabras, haciéndose oír entre las campanas, que parecía que se habían puesto de acuerdo para despedirla.
Salieron todos. Una nieta fue a abrazar a su abuelo, el familiar más cercano de la difunta. Ella no había llorado en toda la ceremonia, pero al ver los ojos grises del anciano llenos de lágrimas no pudo evitarlo. Quiso disimular; no pudo. Era consciente de que era una de las que más ánimo podía brindarle al abuelo y temió por no haberlo conseguido.

Se fueron. Unos a casa, con sus hijos, demasiado pequeños para haber estado allí; otros al campo de cipreses; otros simplemente a olvidar la escena.
Por el camino, ya sosegada, la nieta sólo recordaba esos ojos grises. Esos ojos grises que quizá se preguntaban lo mismo que ella: ¿estaría arreglada dentro de aquella caja? ¿Seguiría con la bata de hospital? ¿Sonreiría?
Quizá incluso él se preguntara si ahora estaría en un lugar mejor, observando la escena, pero no es un pensamiento que compartiera su nieta. Sus conocimientos sobre la ciencia le impedían pensar en una vida después de la muerte.

Y después, simplemente... dejarlo pasar.

2 comentarios:

  1. Gracias ^^ le he dado un poco de color al blog q se me estaba quedando soso...
    oye, has recreado una escena y un espacio que podría decir que casi he visto en mi mente mientras lo leía
    me ha gustado, muchísimo he de decir... aunque el mensaje sea triste
    un besote!
    nos leemos =)

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  2. Ni la ciencia, ni nadie puede demostrar que no haya un sitio al que todos después de esto vamos y ese sitio es un lugar mucho mejor. O para los que creen en la ciencia, un lugar que no existe en el que dejamos de sufrir, simplemente porque no sentimos nada.

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