jueves, 23 de diciembre de 2010

Raso negro

Se apoyó en el cabecero de la cama y giró la cabeza hacia la derecha. Allí estaba ella, cubierta por una fina sábana de raso negro, ocultando aquella desnudez que ya no necesitaba ocultar. Paseó la mirada desde su pequeños pies hasta sus ojos, recorriendo cada curva sonriendo con fingida lascivia, exagerando sus movimientos, haciéndola reír. Cambió el semblante al llegar a su boca, pintada con una sonrisa de satisfacción extrema, una sonrisa feliz, placentera, bonita en todos los sentidos.
Agachó la cabeza tras mirarla a los ojos y la besó en aquellos labios, suavemente. Era como si una oleada de paz los hubiese envuelto al llegar la tranquilidad, como si fuesen más felices a pesar de haber discutido hacía treinta minutos. Después de ese tiempo, todo volvía a ser perfecto.
Se vio obligado a salir de ese paraíso cuando el silencio se rompió:
-Que sepas que sigo sin enamorarme de ti, ¿eh? -comentó ella, tapándose aún más con la sábana, no llegó a saber si de broma o de verdad.
-Claro que sí -replicó a pesar de no estar totalmente seguro-. Estás tan enamorada de mí que ni te das cuenta. En el fondo no puedes vivir sin mí, aunque creas que siempre te dan ganas de matarme.
Se rió suavemente y el movimiento hizo que el raso dejase ver el comienzo de sus pechos.
-Alucinas.
Él la miró a los ojos y sonrió. Sí. Alucinaba.

1 comentario:

  1. ohg!!! es tan círculo de fuego!!! ( he empezado a releermelo, es lo que tiene empaquetar libros para una mudanza XD)

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